Al volante en la Ruta 50

Ya llevo un par de años circulando el camino de la cincuentena y debo aclarar que lo que escribo aquí es una opinión muy personal, basada en mi experiencia, en lo que leo y en conversaciones con amistades de la misma franja etaria… y de la próxima también.

 

Por Tatiana Ramírez Q.

Anfitriona MI en Copenhague, Dinamarca

IG @tatiramirezsohn

 

Cuando estaba a punto de dejar los 40s recuerdo que pensaba “¡Wow! Y pensar que mi fiesta de 15 pensaba que las personas sobre los 30 eran TAN viejos y que quedaban taaaaaaaaantos años para llegar allí” … ni decir los de 50. Pero bueno, allí estaba a las puertas del medio siglo.

Y crucé la puerta y pensé que muchas cosas no son como me imaginé que serían cuando tenía 20+ y terminé la universidad. No son mejores ni peores, solo distintas y algunas de ellas jamás se me habrían pasado por la cabeza, pero he aprendido a caminar el camino por el que la vida me ha llevado, más allá de mis propios planes. Con los años he intentado mantener siempre la curiosidad viva, me he dado cuenta de lo atrevida que es la ignorancia y creo haber ganado en sabiduría, tolerancia y en el bendito sentido común.

Ahora en mis 50s tengo más conciencia de lo que quiero y de lo que no quiero; he aprendido a poner límites de mejor manera y a abrir la puerta con encanto, gracia y de manera definitiva a quien no quiera estar en mi vida. No es desapego ni arrogancia, es salud mental. No sé si es por haber comenzado “el segundo tiempo”, pero me preocupo más de vivir mejor mental y físicamente; y no es preocupación vana ni frívola, pensada para impresionar a los demás, sino responsabilidad por el cuerpo que me llevará por los próximos años, cuando la fatiga de material se haga cada vez más evidente. La vida me dio la impagable posibilidad de estar con mis padres en sus últimos años de vida, los disfruté infinitamente y también los vi irritarse y entristecerse porque sus cuerpos no respondían de la forma que su voluntad y mente querían. Eso me cuestionó sobre cuán responsable soy yo conmigo misma para llegar en buena forma a una edad avanzada, en días en que la expectativa de vida sigue aumentando: tenemos más años para vivir y queremos hacerlo con calidad, bienestar, sentirnos satisfechos y disfrutar la nueva etapa.

No cambiaría nada de lo vivido porque de todo he aprendido -de lo dulce y de lo amargo-, ni quiero volver a mis 20, 30 o 40. He querido vivir mis 50s con la alegría y con la curiosidad que me provoca el “por venir” y disfrutar de la vida. Aquí quiero compartir con ustedes algunos pensamientos y situaciones que han marcado esta parte del camino vital:

  • Sentir la libertad de decir lo que uno piensa y siente es lejos lo más liberador que hay, pero el silencio es también un gran tesoro. Creo que he logrado esa libertad con los años y sigo trabajando en el arte de equilibrar el silencio con la palabra.

  • Los absolutos no lo son tanto y tener una mente abierta y una actitud curiosa para caminar por caminos nuevos es mucho más enriquecedor que empecinarse en que “esto o lo otro siempre ha sido así y así seguirá” sin reflexión alguna siquiera. Quizás es por la experiencia acumulada, por haber aprendido que la vida no es en blanco y negro, y porque sabemos que en ella hay de dulce y de agraz, me tomo ahora los malos momentos sin desesperar y recuerdo que ya han pasado otros y que, literalmente, pasan. Así mismo, los buenos momentos intento vivirlos en toda su intensidad y los guardo con inmenso cariño y pasión porque sé que se convertirán en energía guardada para cuando las cosas van cuesta abajo o cuesta arriba, como prefieras mirarlo.

  • Tomar conciencia de quién eres, cómo eres y sentirte bien contigo misma no tiene precio. De pronto se van los hijos, mueren nuestros padres, por una u otra situación tenemos más tiempo solas y es maravilloso disfrutar de ti misma en soledad, de tu tiempo de ocio y de estar contigo misma haciendo lo que sea que quieres hacer o sin hacer nada sino solo contemplar.

  • MÁS caminatas, más bailes y más risas. Más movimiento en mis días así sea con un deporte o jardineando, como prefiera cada una. Diría que está super comprobado ya que nuestro ánimo y nuestra salud mental mejoran proporcionalmente con nuestra actividad física.

  • Y así como nos activamos físicamente, mantener la actividad intelectual es también fundamental. No olvidarnos de aprender, de sorprendernos, de seguir leyendo, estudiando o aprendiendo nuevas habilidades. ¡Todo suma!

  • MENOS azúcar y menos sal. Una alimentación variada y balanceada para que de verdad la disfrutemos.

  • A veces me parece también que me he vuelto más “osada”, que me atrevo a más porque lo peor que puede suceder es que no resulte… ¿y qué? Lo comido y lo bailado siguen en la memoria y algo aprendí, de una u otra manera, y me agobio un poco menos con situaciones que sé que, hace unos años atrás, me habrían puesto de cabeza. Ahora las dejo fluir si veo que no puedo hacer nada para influirlas.

  • Disfrutar de tu vida social, hacer planes con las amistades, a veces en pareja otras sola con tus amistades. Es tan enriquecedor y aunque no siempre es fácil encontrar el tiempo, es bueno recordar el “hacerse el tiempo” para los amigos. Ese paréntesis con las amistades, un fin de semana, una tarde, una salida a conversar es tan beneficiosa porque no solo nos saca de la rutina, sino que regresamos a casa relajadas, refrescadas, con nuevos recuerdos, ¡renovadas!

Así las cosas, di la bienvenida a los 50s, soy una cincuentañera encantada de serlo y lo estoy disfrutando intensamente. Ahora, conversemos y cuéntenme cómo ha sido su tránsito en la Ruta 50.